Por Cuba Impacto
El presidente ecuatoriano Guillermo
Lasso anunció este lunes 18 de octubre que había declarado el estado de
emergencia para todo el país debido a una ola de violencia provocada por el
narcotráfico, medida esta que vino acompañada de la movilización de la policía
y el ejército en todo el país, y del nombramiento por parte del mandatario de un
nuevo ministro de Defensa
El nuevo decreto fue adoptado
por sesenta días debido a la grave situación que vive el país, y dispone que
los patrullajes se realicen día y noche.
En este sentido Lasso señaló
que desde el ejecutivo bridaran a la policía todo el apoyo necesario para
llevar a cabo su lucha contra la delincuencia.
Recordemos que de acuerdo
con el Ministerio del Interior, entre enero y agosto de este año se registraron
1.427 homicidios dolosos en el país, lo que supone cincuenta y cinco asesinatos
más que los reportados en todo 2020. Asimismo las incautaciones de drogas entre
enero y octubre alcanzaron un récord de 147 toneladas contra 128 toneladas en
2020, según cifras oficiales.
A lo ya mencionado, el
estado de emergencia incluye la creación de un comité, conformado por
representantes de varios ministerios del sector social y derechos humanos, para
actuar a favor de la prevención y cese de la drogadicción, así como la
reintegración de usuarios de drogas.
Lasso argumentó además que
el estado de inseguridad no se refleja solo en la cantidad de drogas consumidas
en el país, sino también en la cantidad de delitos que hoy están directa o
indirectamente vinculados a la venta de estupefacientes.
Dijo también que más del 70%
de las muertes violentas en la provincia costera de Guayas, cuya capital es
Guayaquil, la ciudad más poblada del país, estaban de una forma u otra
vinculadas al narcotráfico.
El mandatario ecuatoriano
había decidido este lunes cambiar de ministro de Defensa, en medio de una
crisis carcelaria, al nombrar a un general retirado, Luis Hernández, para
reemplazar al ex comandante naval Fernando Donoso.
A fines de septiembre una
cárcel del suroeste del país fue escenario de la masacre de 119 internos,
algunos de los cuales habían sido desmembrados o quemados, en violentos
enfrentamientos entre bandas rivales vinculadas al narcotráfico, así como a
cárteles mexicanos y colombianos, una de las peores matanzas penitenciarias de
la historia latinoamericana.
Cabe añadir que según cifras
oficiales al menos 238 presos han sido asesinados desde principios de año en
las cárceles ecuatorianas, establecimientos superpoblados que han sido objeto
de violencia recurrente durante años.