Este jueves 30 de septiembre
la policía retomó el control de la prisión de Guayaquil en el suroeste de
Ecuador, donde al menos 118 reclusos han muerto en enfrentamientos desde el
martes, la peor masacre en la historia carcelaria del país.
Según la información brinda
por las autoridades judiciales, seis de los muertos fueron decapitados y otros
86 resultaron heridos.
Al respecto la comandante
policial Tannya Varela detalló que ya todo está tranquilo, y que los reos están
en sus celdas, dijo dirigiéndose a la prensa en el complejo penitenciario de
Guayaquil, luego de un operativo que involucró a 900 policías, dos de los
cuales resultaron heridos.
Hay que agregar que como
parte de la operación se apostaron tanques y efectivos militares alrededor de
la prisión, donde cientos de familiares de detenidos esperan con angustia
noticias de sus seres queridos.
De acuerdo con el sitio de
noticias local Primicias, los disturbios comenzaron cuando los miembros de una
pandilla celebraron el cumpleaños de uno de sus líderes y se jactaron de
controlar la prisión, lo que provocó la furia de las organizaciones rivales.
Por su parte la fiscalía
refirió que los detonantes del altercado fueron la lucha por el poder dentro
del penal y la intención de las autoridades de trasladar a los jefes de
organizaciones criminales a otros centros penitenciarios del país.
Las cárceles ecuatorianas
superpobladas han sido durante meses escenario de violencia recurrente entre
grupos criminales vinculados al narcotráfico. Este último incidente llevó a que
el presidente Guillermo Lasso se trasladara hasta Guayaquil este miércoles,
luego de haber declarado el estado de emergencia en todo el sistema
penitenciario a nivel nacional; estado de emergencia que está previsto para
sesenta días, que incluye la participación del ejército en los operativos, y
que tiene como objetivo "restaurar y mantener el orden" en todos los
centros penitenciarios del país, así como garantizar la seguridad "de los
presos, el personal penitenciario y los miembros de la Guardia Nacional".
Con este altercado entre
bandas rivales de narcotraficantes vinculadas a los cárteles mexicanos de
Sinaloa y Jalisco Nueva Generación, el número de detenidos asesinados se eleva
a 236 desde principios de año. En febrero, 79 presos murieron en disturbios
simultáneos en cuatro cárceles de tres ciudades, incluida Guayaquil.
Para el director del centro de inteligencia estratégica del gobierno, Fausto Cobo, estas masacres de presos son "una amenaza para el estado", porque sus líderes tienen "un poder igual o superior al del propio estado". El sistema penitenciario ecuatoriano cuenta con cerca de 65 cárceles y unos 39.000 presos, la mitad de los cuales están en espera de condena, con una capacidad de alrededor de 30.000 plazas, y 1.500 guardias (uno por 26 presos), según cifras oficiales.