Se ha creado un sitio de almacenamiento de dióxido de carbono a 1800 metros por debajo del Mar del Norte. Debería permitir almacenar, alrededor de 2030, hasta 8 millones de toneladas de CO₂ por año.
Por Cuba Impacto
Es
el primero en el mundo en enterrar CO₂ importado:
Dinamarca inauguró el miércoles un sitio de almacenamiento de dióxido de
carbono a 1.800 metros bajo el Mar del Norte, una herramienta considerada
esencial para frenar el calentamiento global. El inicio de la fase piloto del
proyecto Greensand, en Esbjerg (suroeste), lo dio el príncipe Frederik, príncipe
heredero de Dinamarca.
Liderado
por el gigante químico británico Ineos y la empresa energética alemana
Wintershall Dea, el proyecto debería permitir almacenar hacia 2030 hasta 8
millones de toneladas de CO₂ al año, el
equivalente al 1,5 % de las emisiones francesas o al 10 % de las danesas. Este
cementerio de CO₂, paradójicamente,
es un antiguo depósito de petróleo, por lo que ha contribuido a las emisiones.
INEOS led consortium announces breakthrough in carbon capture and storage.
— INEOS (@INEOS) March 8, 2023
The world’s first cross-border offshore CO2 storage intended to mitigate climate change.
By 2030, Project Greensand could safely store up to 8 million tonnes of CO2 a year. Find out more:
Un carbono que viene de lejos
Todavía
en pañales y muy costosa, la captura y almacenamiento de carbono (CCS) consiste
en capturar y luego atrapar CO₂, la principal
causa del calentamiento global. Más de 200 proyectos están actualmente
operativos o en desarrollo en todo el mundo. Lo que hace que Greensand sea
único es que, a diferencia de los sitios existentes que secuestran CO₂ de las instalaciones industriales cercanas, trae
carbono desde lejos.
“Es
un éxito europeo en términos de cooperación transfronteriza: el CO₂ se captura en Bélgica y próximamente en Alemania, se
carga en barcos en el puerto de Amberes”, señaló la presidenta de la Comisión
Europea, Ursula von der Leyen. “Este proyecto es bueno para nuestra industria y
bueno para el clima”, agregó.
Transportado
por mar a la plataforma Nini West, al borde de las aguas noruegas, el gas se
inyecta en un yacimiento de 1,8 km de profundidad. Para las autoridades
danesas, que apuntan a la neutralidad de carbono a partir de 2045, es un
"instrumento indispensable en nuestra caja de herramientas
climática".
Today I had the privilege to be present at the first carbon storage in the framework of the Greensand project in Esbjerg. Pioneering 🇧🇪🇩🇰cooperation in action with liquid CO2 safely shipped in from @PortofAntBruges #CCS #Greensand @INEOS_BE @KlimaMin @VincentVQ #ClimateAction pic.twitter.com/DfqpBGxRK2
— Michiel Maertens (@MichielMaertens) March 8, 2023
Una región favorable
El
Mar del Norte es una región propicia para los vertederos, ya que alberga muchos
gasoductos y depósitos geológicos que están vacíos después de décadas de
explotación de petróleo y gas. Cerca de Greensand, el gigante francés
TotalEnergies explorará el potencial de los vertederos a más de 2 kilómetros
bajo el lecho marino con el objetivo de aprisionar 5 millones de toneladas
anuales para 2030.
Pionera
de CCS, la vecina Noruega también recibirá toneladas de CO₂ licuado del Viejo Continente dentro de unos años. El
país, principal productor de hidrocarburos de Europa occidental, también tendría
el mayor potencial de almacenamiento de CO₂ del continente.
Sin
embargo, las cantidades almacenadas siguen siendo bajas en comparación con las
emisiones. La UE, según la Agencia Europea de Medio Ambiente, emitió 3.700
millones de toneladas de gases de efecto invernadero en 2020, un año aún
lastrado por la pandemia.
“El método no cambia nuestros hábitos mortales”
Considerado
necesario tanto por el IPCC como por la Agencia Internacional de Energía, CCS
no es, sin embargo, una solución milagrosa. El proceso de captura y
almacenamiento de CO₂, que consume
mucha energía, emite el equivalente al 21% del gas capturado, según el grupo de
expertos australiano IEEFA. Y la técnica no está exenta de riesgos, advierte el
centro de investigación, citando el riesgo de fugas con consecuencias
catastróficas.
Entre los conservacionistas, la tecnología no es unánime. “Esto no soluciona el problema y prolonga las estructuras que son perjudiciales”, critica la responsable de energía de Greenpeace Dinamarca, Helene Hagel. “El método no cambia nuestros hábitos mortales”.